El universo está organizado en subsistemas más pequeños que se incluyen en sistemas mayores.
El ser humano es un sistema, compuesto de sistemas más simples, como son cuerpo, mente, emociones, o sistema reproductivo, digestivo, circulatorio… o células, tejidos, órganos.
Por lo que se puede extrapolar esta ley a todo lo que existe.
La familia o el sistema familiar también es un subsistema de sistemas mayores, como la raza, la religión, la nacionalidad….
¿Por qué el sistema familiar ejerce la mayor influencia en nuestro destino?
La razón de ello la encontramos en varios aspectos.
La primera razón es la deuda que adquirimos con nuestra concepción, sabiendo que gracias a todos nuestros ancestros, a todos y cada uno de ellos estamos vivos. Y esta energía conduce y dirige nuestra vida.

Otra razón la encontramos en el sentimiento de pertenencia, para sentirnos parte de la familia adoptamos todos sus valores y creencias, adoptando los mismos usos y costumbres que nuestra familia. Pues es una necesidad humana pertenecer a los nuestros.
Y este patrón de comportamiento se repite en todas las familias, por una herencia adoptada de la época en la que nos organizábamos por tribus y prevalecía la supervivencia del grupo ante la libertad del individuo.
Luego encontramos en los sistemas que todos sus elementos son interdependientes, por lo tanto todo lo que afecta a uno, modifica a los demás.
Por último las leyes sistémicas nos exponen que cada persona está sometida a las leyes de su sistema familiar de la que nadie se puede sustraer.
Los vínculos con nuestros ancestros dirigen nuestras vidas y nuestros inconscientes, sin que nos demos cuenta, a menudo en contra de nuestro bienestar, hacia la mejoría del conjunto.
Entonces si la vida está definida a través de nuestro sistema familiar…
¿Qué libertad tenemos nosotros para dirigir nuestra vida y alcanzar los logros, el bienestar, la salud, el éxito, la abundancia y todas las demás cosas que cada quien consideren positivas para su vida?
Todo depende de nuestra capacidad de adaptación a las situaciones que la vida nos presenta.
Estar conectados con la vida, no es sencillo, requiere energía, entrega y rendición. Requiere una actitud de aceptación incondicional de lo que nos sucede. También que vivamos sin juicio entendiendo que todo es perfecto como es.

Las circunstancias difíciles que vivimos vienen motivadas por dos posibilidades:
- La primera de ellas la encontramos por las fidelidades, vínculos que establecemos con los ancestros.
- La segunda es motivada por nuestras decisiones en el momento presente que son las que configuran nuestro futuro inmediato.
Ambas posibilidades están dirigidas por nuestro inconsciente que responde a diferentes patrones adquiridos por la familia y otros sistemas mayores como la religión, la raza, la nacionalidad, el estatus social… cada uno de estos sistemas responde a su vez al destino colectivo, que nos toma a todos al servicio de la evolución.
La ventaja que tenemos es que no solo nos dirigen estos sistemas. Cuando somos adultos adquirimos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones. Podemos romper los patrones, observar nuestro inconsciente que nos aleja de nuestro bienestar en beneficio del bienestar colectivo.
El adulto autónomo, que conecta con el presente, que se responsabiliza de su vida, de sus pensamientos y de sus actos es el que nos permite romper los patrones.
Sin embargo, no nos damos cuenta de que estamos inmersos en un mar de fidelidades.
Diferentes técnicas nos ayudan a estar conectados y poder liberar estos patrones.
Una de ellas son las Constelaciones Cuánticas, la evolución que Bert Hellinger le dió a las Constelaciones Familiares, tras su desarrollo de la filosofía sistémica.
P.D.: Si quieres aprender más sobre este y otros temas no te pierdas nuestros Cursos monográficos de Constelaciones Cuánticas.