¿Sabías que tener un huerto en casa te da la oportunidad de comer alimentos frescos y sin contaminantes, controlar la limpieza del agua, la calidad de los fertilizantes que usas en tus alimentos y que además, cultivar mejorará tu salud?
Una muestra sobre 8000 personas que tenían acceso a parques, jardines y huertos, privados, comunitarios y públicos en Reino Unido, determinó que los cambios en la salud de los encuestados eran notablemente positivos en quienes se relajaban en sus propios jardines o trabajaban en ellos, contra los que sólo pasaban alguna vez por esos espacios verdes.

Dedicamos poco tiempo a cuidarnos. La carga de trabajo, los horarios ajustados, la contaminación y otros factores, nos provocan estrés constante, que socava nuestro buen funcionamiento orgánico.
Tener plantas y cultivarlas propicia el contacto con el medio natural, aún rodeados de edificios y nos ayuda a contrarrestar el estrés cotidiano, porque no pensamos durante algunas horas sino en regar, notar como crecen nuestras plantas, si germinaron las semillas o la intensidad de los colores de nuestras flores.
Por otra parte, es cierto que cultivar en casa es parte de un movimiento cada vez más notable en la población mundial, para verificar que consume alimentos saludables.
Y los huertos urbanos son una opción para producir hortalizas a bajo precio, bajando el presupuesto familiar y aprovechando espacios vacíos del hogar.
Es fácil. Hay es que decidirse, tener alguna habilidad
y un poco de creatividad.
Y es una tarea que une a la familia. Con los huertos hogareños podemos enseñar a los niños respeto y cuidado por la naturaleza, gusto por el trabajo bien hecho y en equipo, constancia y planificación.
Es posible convertir nuestra casa o apartamento en un pulmón en medio de la ciudad o el pueblo, porque los huertos urbanos son también un importante refugio para las especies que tienen que atravesar kilómetros de cemento, sin sitio donde descansar, beber agua o alimentarse.
Protegerlos es proteger nuestro futuro: sin las mariposas, abejas y pájaros no habrá cosechas ni mundo como lo conocemos.
Con la mitad de la población del planeta viviendo en grandes ciudades, hay que preservar los habitat de los polinizadores, proteger las especies locales de animales y semillas para que no desaparezcan, hacer de nuestras ciudades espacios frescos para el descanso, la belleza y la supervivencia en armonía.
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